LOS HEROES
¿Quiénes son los héroes en la vida real?, según Depak Chopra (Médico y escritor indio), dice "Los niños. En palabras de un gran poeta indio: Cada niño que nace es la prueba de que Dios aún no ha dejado de creer en los seres humanos". Me gusta esa idea y lo que implica. Habrá quien piense que Chopra divaga a recurrir a Dios, o que podría haber dicho "el universo". Pero para otros la divina mezcla de intencionalidad y enorme poder creativo resulta muy atrayente. Digamos que la ciencia se centra en desentrañar el alfabeto del código genético, a través del cual se expresarían el azar y la evolución, y estudia los infinitos factores que hacen posible el nacimiento de un niño. Mientras que otras personas, ante un bebé, ante un niño creen percibir las huellas de una inteligencia y un amor de los que el cerebro y el corazón humano serían dos humildes sucursales.
Se afirma que la vida puede ser lo que queramos que sea. Pero hay etapas en que parece depararnos una sorpresa agradable tras otra.
Hoy mi niño de nuevo me sorprende en la huerta: sombrero de paja que le tapa casi hasta la nariz, su azada sujeta con dos manos y su afán de trabajar en el huerto, que tanto oye cuando compartimos mesa en casa. intentado extraer las patatas que vosotros degustáis en el mercadillo. Su conversación estriba sobre cuando sea mayor me va a ayudar, y que va a trabajar como yo...
Su montón de muñequitos que han estado en innumerable de veces en Bobalén, en el mercadillo, también en la selva y en las montañas..etc...todos estos juguetillos forman parte de la familia, y todo está relacionado con mi trabajo: un clip de playmóbil es él trabajando en las zanahorias, otro sin brazos soy yo en el mercadillo, un coche sin ruedas es el tractor que ara la tierra...¿cómo transmitir la emoción vivida, viendo a mi niño jugando conmigo, como jugaba yo con mi padre?, guardo mi ilusión y veo a mi compañero de finca que casi no puede con la azada y con sus muñequitos, lo traigo a mi regazo y sentí que ese instante nuevo, compartido con él me acercaba a su mundo, al paraíso creado con sus muñequitos y con los cochecitos que tantas veces observé, sin interpretar que eran mis ayudantes en la finca. pero de alguna manera también lo acercaba al mundo mio que le apasiona.
Esta tarde trae a mi memoria sintiendo a José María en mi regazo, que la historia se repite- Viene a mi el recuerdo mi padre, con su caminar pausado dirigiéndose al huerto al final del día. Sentado en una de las lindes, se veía su silueta a contraluz, envuelta en el humo de su cigarrillo y a mí jugando a ser agricultor con mis juguetes al lado suya. Absorto, con la mirada perdida en las hileras de plantas, sin sentir el tiempo. Mi padre nunca oyó hablar de la meditación, pero ese acto contemplativo era en él una necesidad que llevaba a cabo de una forma instintiva. Dejaba de pensar y se llenaba de sus plantas, los pájaros el agua, y el aire era la música.
Cuando al oscurecer, volvía a casa, sabía exactamente lo que era conveniente hacer, el momento justo de regar o escardar y las necesidades de cada planta. El lustre y la producción de sus plantas eran elocuentes. La paz en su mirada también. La misma paz de la mía junto a mi niño viendo que la historia se repite. Jose maria
Os espero este próximo domingo:
Dia 1 de junio, en estación de cartama
¿Quiénes son los héroes en la vida real?, según Depak Chopra (Médico y escritor indio), dice "Los niños. En palabras de un gran poeta indio: Cada niño que nace es la prueba de que Dios aún no ha dejado de creer en los seres humanos". Me gusta esa idea y lo que implica. Habrá quien piense que Chopra divaga a recurrir a Dios, o que podría haber dicho "el universo". Pero para otros la divina mezcla de intencionalidad y enorme poder creativo resulta muy atrayente. Digamos que la ciencia se centra en desentrañar el alfabeto del código genético, a través del cual se expresarían el azar y la evolución, y estudia los infinitos factores que hacen posible el nacimiento de un niño. Mientras que otras personas, ante un bebé, ante un niño creen percibir las huellas de una inteligencia y un amor de los que el cerebro y el corazón humano serían dos humildes sucursales.
Se afirma que la vida puede ser lo que queramos que sea. Pero hay etapas en que parece depararnos una sorpresa agradable tras otra.
Hoy mi niño de nuevo me sorprende en la huerta: sombrero de paja que le tapa casi hasta la nariz, su azada sujeta con dos manos y su afán de trabajar en el huerto, que tanto oye cuando compartimos mesa en casa. intentado extraer las patatas que vosotros degustáis en el mercadillo. Su conversación estriba sobre cuando sea mayor me va a ayudar, y que va a trabajar como yo...
Su montón de muñequitos que han estado en innumerable de veces en Bobalén, en el mercadillo, también en la selva y en las montañas..etc...todos estos juguetillos forman parte de la familia, y todo está relacionado con mi trabajo: un clip de playmóbil es él trabajando en las zanahorias, otro sin brazos soy yo en el mercadillo, un coche sin ruedas es el tractor que ara la tierra...¿cómo transmitir la emoción vivida, viendo a mi niño jugando conmigo, como jugaba yo con mi padre?, guardo mi ilusión y veo a mi compañero de finca que casi no puede con la azada y con sus muñequitos, lo traigo a mi regazo y sentí que ese instante nuevo, compartido con él me acercaba a su mundo, al paraíso creado con sus muñequitos y con los cochecitos que tantas veces observé, sin interpretar que eran mis ayudantes en la finca. pero de alguna manera también lo acercaba al mundo mio que le apasiona.
Esta tarde trae a mi memoria sintiendo a José María en mi regazo, que la historia se repite- Viene a mi el recuerdo mi padre, con su caminar pausado dirigiéndose al huerto al final del día. Sentado en una de las lindes, se veía su silueta a contraluz, envuelta en el humo de su cigarrillo y a mí jugando a ser agricultor con mis juguetes al lado suya. Absorto, con la mirada perdida en las hileras de plantas, sin sentir el tiempo. Mi padre nunca oyó hablar de la meditación, pero ese acto contemplativo era en él una necesidad que llevaba a cabo de una forma instintiva. Dejaba de pensar y se llenaba de sus plantas, los pájaros el agua, y el aire era la música.
Cuando al oscurecer, volvía a casa, sabía exactamente lo que era conveniente hacer, el momento justo de regar o escardar y las necesidades de cada planta. El lustre y la producción de sus plantas eran elocuentes. La paz en su mirada también. La misma paz de la mía junto a mi niño viendo que la historia se repite. Jose maria
Os espero este próximo domingo:
Dia 1 de junio, en estación de cartama
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