EL RIEGO DE AHORA
En la huerta debemos encontrar el equilibrio en el riego según las especies que cultivamos y según el momento del cultivo. Es la manera de no derrochar agua y tampoco crear estrés en las plantas. Una parte del agua que penetra en la tierra es evaporada por medio de las plantas y de la tierra, es la evapotranspiración potencial, en la que sobre todo influye el viento más que el calor.en la huerta debemos encontrar el equilibrio en el riego según las especies que cultivamos y según el momento del cultivo. Es la manera de no derrochar agua y tampoco crear estrés en las plantas. Una parte del agua que penetra en la tierra es evaporada por medio de las plantas y de la tierra, es la evapotranspiración potencial, en la que sobre todo influye el viento más que el calor.
En la huerta debemos encontrar el equilibrio en el riego según las especies que cultivamos y según el momento del cultivo. Es la manera de no derrochar agua y tampoco crear estrés en las plantas. Una parte del agua que penetra en la tierra es evaporada por medio de las plantas y de la tierra, es la evapotranspiración potencial, en la que sobre todo influye el viento más que el calor.en la huerta debemos encontrar el equilibrio en el riego según las especies que cultivamos y según el momento del cultivo. Es la manera de no derrochar agua y tampoco crear estrés en las plantas. Una parte del agua que penetra en la tierra es evaporada por medio de las plantas y de la tierra, es la evapotranspiración potencial, en la que sobre todo influye el viento más que el calor.
Para saber las necesidades de riego se debe tener en cuenta también las reservas útiles, el tipo de tierra (arenosa, limosa, arcillosa…) y si está suelta o compacta y si tenemos acolchados pues todo ello influye en la diferente absorción y retención de agua y por último del clima (en la zona mediterránea se necesitan entre 5 y 10 mm/día y la lluvia solo se tiene en cuenta si caen más de 10mm).
En agricultura ecológica se tiende a fomentar que la planta busque el agua desarrollando raíces, por eso le aportaremos como máximo el 80 % de sus necesidades hídricas. Los frutos son más sabrosos y se conservarán mejor, excepto en el caso de ensaladas (lechugas, escarolas, berros, canónigos) de raíces superficiales, y cuyas hojas queremos obtener tiernas, por eso las regaremos más, incluso por encima para refrescar.
En general las raíces de verduras y hortalizas soportan bien la tierra seca o la alternancia seca/húmeda, pero una humedad estancada les produce asfixia en las raíces y son preferibles los riegos regulares en vez de un riego muy abundante que acentúa el lixiviado, la compactación y el riesgo de rajado de los frutos. Tengamos en cuenta también que si la sequía es prolongada la planta puede ponerse a semillar, por eso además de la diferencia entre cultivos también hay que conocer cómo se comportan en las diferentes fases de crecimiento y según las estaciones.
Cultivos como zanahoria, rábano, acelga, alcachofa, pimientos, fresas, requieren un equilibrio –que ni falte ni sobre–; melón, pepino, espinacas necesitan agua abundante al comienzo y poca al final; coles, coliflores, cebollas, alubias verdes, es mejor regarlas poco al principio y luego aumentar, con un freno al final; en las calabazas y frutos que queramos almacenar, se frena el riego al final; en cambio las lechugas y otras ensaladas las iremos regando bien y más cuando vayamos a recolectarlas.
En el caso concreto del tomate controlaremos que no le falte agua, pero nunca más del 80 % de lo que necesita, para evitar podredumbres (botritis). El riego irá en aumento con el desarrollo de la planta, y al llegar a la fase de floración bajaremos a un 60-70 % de sus necesidades, para facilitar la diseminación del polen. Si hay tendencia a que tengan la necrosis llamada “culo negro”, resultado de una mala absorción del calcio, ayudaremos a que la plante desarrolle nuevas raicillas (aporcado) y que reciban el calcio junto con el flujo de agua ascendente que transpira la planta, de ahí que sea favorable regarlos a la noche. Necesita más riego cuando ya ha sacado la cuarta flor y cuando los frutos empiezan a coger color, pero sin excesos cuando estén rojos para evitar el rajado.
Para saber las necesidades de riego se debe tener en cuenta también las reservas útiles, el tipo de tierra (arenosa, limosa, arcillosa…) y si está suelta o compacta y si tenemos acolchados pues todo ello influye en la diferente absorción y retención de agua y por último del clima (en la zona mediterránea se necesitan entre 5 y 10 mm/día y la lluvia solo se tiene en cuenta si caen más de 10mm).
En agricultura ecológica se tiende a fomentar que la planta busque el agua desarrollando raíces, por eso le aportaremos como máximo el 80 % de sus necesidades hídricas. Los frutos son más sabrosos y se conservarán mejor, excepto en el caso de ensaladas (lechugas, escarolas, berros, canónigos) de raíces superficiales, y cuyas hojas queremos obtener tiernas, por eso las regaremos más, incluso por encima para refrescar.
En general las raíces de verduras y hortalizas soportan bien la tierra seca o la alternancia seca/húmeda, pero una humedad estancada les produce asfixia en las raíces y son preferibles los riegos regulares en vez de un riego muy abundante que acentúa el lixiviado, la compactación y el riesgo de rajado de los frutos. Tengamos en cuenta también que si la sequía es prolongada la planta puede ponerse a semillar, por eso además de la diferencia entre cultivos también hay que conocer cómo se comportan en las diferentes fases de crecimiento y según las estaciones.
Cultivos como zanahoria, rábano, acelga, alcachofa, pimientos, fresas, requieren un equilibrio –que ni falte ni sobre–; melón, pepino, espinacas necesitan agua abundante al comienzo y poca al final; coles, coliflores, cebollas, alubias verdes, es mejor regarlas poco al principio y luego aumentar, con un freno al final; en las calabazas y frutos que queramos almacenar, se frena el riego al final; en cambio las lechugas y otras ensaladas las iremos regando bien y más cuando vayamos a recolectarlas.
En el caso concreto del tomate controlaremos que no le falte agua, pero nunca más del 80 % de lo que necesita, para evitar podredumbres (botritis). El riego irá en aumento con el desarrollo de la planta, y al llegar a la fase de floración bajaremos a un 60-70 % de sus necesidades, para facilitar la diseminación del polen. Si hay tendencia a que tengan la necrosis llamada “culo negro” o "peseta", resultado de una mala absorción del calcio, ayudaremos a que la plante desarrolle nuevas raicillas (aporcado) y que reciban el calcio junto con el flujo de agua ascendente que transpira la planta, de ahí que sea favorable regarlos a la noche. Necesita más riego cuando ya ha sacado la cuarta flor y cuando los frutos empiezan a coger color, pero sin excesos cuando estén rojos para evitar el rajado.
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